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"Las caídas no son un riesgo ordinario de la vida."

  Es siempre una relación causa-efecto.

SRGS, resbaladicidad, caídas, UNE 41901, UNE 41902, UNE-ENV 12633:2003

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Caídas por edades.

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Cabe destacar el porcentaje de caídas que se producen durante el tiempo libre. En este sentido, comenta el profesor Hernán Ariel Villagra, centrándose en la práctica deportiva de personas con discapacidad “Es importante tener en cuenta que el usuario o participante en la actividad física y/o deportiva debe sentirse cómodo y seguro en la instalación donde realiza la práctica”. Añade que “Las personas con daño cerebral adquirido, y muy especialmente aquellos que han entrenado la marcha en su fase de rehabilitación, siguen presentando algunos inconvenientes en los apoyos (pasos-marcha) si las tareas son complejas y la superficie de apoyo no es la más adecuada. 

 

La práctica deportiva de las personas con alteración del equilibrio se realiza generalmente en condiciones de seguridad, utilizando instalaciones accesibles cuyas condiciones de pavimentos o suelos permitan mejorar el equilibrio estático y dinámico, siendo un objetivo claro en el lesionado medular.” (Villagra Astudillo, Hernán Ariel. 2012)

 

Las características de los pavimentos son determinantes para evitar que se produzcan caídas. Su acabado superficial será clave, de ahí la importancia de conseguir una normativa específica. Dependiendo de las características y acabados, el pavimento será capaz de evitar y reducir la velocidad de deslizamiento y con ello la reacción del individuo, aumentando o disminuyendo el desequilibrio y, por tanto, evitando la caída.

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Atendiendo a la distribución de la población, la edad del usuario está estrechamente relacionada con la actividad que pueden realizar.

Los individuos situados en los tramos de edad más jóvenes (hasta los 24 años) son los más propensos a sufrir accidentes tipo D.A.D.O., puesto que todavía no forman parte del mercado laboral y la gran mayoría de sus accidentes son de carácter deportivo y recreativo.

 

Los individuos situados en los tramos de edad intermedia (hasta los 65 años), tabla 5, presentan un porcentaje de accidentes inferior a su peso poblacional. Este colectivo lo conforman individuos inmersos en el mercado laboral y el porcentaje de actividades que destinan a actividades de ocio y tiempo libre es inferior que el resto de cohortes de edad. Cuando nos centramos en el tramo de edad más avanzada, nos encontramos con un colectivo de individuos que no pertenecen a la masa de población activa, por lo que el tiempo destinado a actividades tipo D.A.D.O. aumenta. (D.A.D.O. 2011).

Una persona, con capacidad física, sensorial y cognitiva reducida, demandará unas propiedades más exigentes al entorno para poder realizar una marcha segura y confortable que una persona sin ningún tipo de alteración.

 

El riesgo a sufrir caídas de una persona con movilidad reducida o mayor de 75 años no es el mismo que el de una persona joven. La movilidad del individuo y su percepción del entorno hacen de la seguridad un factor clave para su desarrollo, factores intrínsecos y extrínsecos. Es importante que el usuario genere una marcha segura. Esta seguridad reducirá el nivel y numero de caídas.

Los ciclos de la marcha humana normal y patológica nos dan una visión de cómo la marcha es diferente para cada individuo. Influyen aspectos como la edad, el peso, la velocidad de la marcha, las capacidades físicas, sensoriales y cognitivas de las personas. Estos factores influyen en el contacto del individuo con el pavimento, resultando un coeficiente de fricción diferente para cada caso, pero siempre dentro de unos valores límites de seguridad que permiten unificar y establecer los puntos de confort para una marcha segura. Por ello, es necesario definir un coeficiente de fricción mínimo que evitaría un deslizamiento. (Zamora Álvarez, Tomas. 2012)

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La realidad es que muchas caídas ocurren por la incapacidad del individuo para adaptarse a las condiciones que le ofrece el entorno, a las que hay que añadir la capacidad sensorial y física de la persona.

 

El riesgo de sufrir caídas se acentúa con la edad, con problemas de movilidad, relacionadas con la visión, el paso, el equilibrio y la capacidad de reacción tras un tropiezo o resbalón, por ello las personas mayores incrementan la probabilidad, así lo demuestran los informes D.A.D.O., de sufrir caídas que se ve agravada por la facilidad de sufrir lesiones graves como consecuencia

Los tropiezos y resbalones son la principal causa de las caídas, por lo que debemos buscar mecanismos que nos aseguren que un pavimento es seguro, no deslizante y confortable.

 

Debemos tener en cuenta la visibilidad y percepción del entorno por las personas. Somos capaces de modificar las fuerzas ejercidas sobre el suelo para adaptarnos y cambiar el patrón de marcha dependiendo de las características del itinerario. (Zamora Álvarez, Tomas. 2012)

 

La creación de espacios seguros y confortables podría tener una componente objetiva, relacionada con el valor de deslizamiento del pavimento, y otra subjetiva que corresponde al usuario

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